¿Qué ves cuando te miras al espejo? ¿Estás demasiado gordo o demasiado delgado? ¿Te avergüenzas de tus cicatrices de acné o de tu estrabismo? ¿Te dicen los demás que no vales nada? ¿Te sientes indefenso y pequeño? Entonces es hora de que refuerces por fin tu autoestima. No es tan difícil.

Distingue a los críticos
Tómate el tiempo necesario para distinguir las lenguas desagradables. ¿Qué lenguas fastidiosas proceden de tu crítico interior, y cuáles recibes de tu entorno? Deberías tener una relación más abierta con este último que contigo mismo. Porque lo que más cuenta para tu bienestar es cómo te sientes y cómo te tratas a ti mismo.

Lo fatal es que las personas con un sentido de la autoestima menos desarrollado son menos capaces de establecer una relación consigo mismas que las que siempre se sienten fuertes y poderosas. Se nota en su forma de actuar. Lo primero y más importante es siempre su ego: "Yo puedo..." "Sé que ...", "Me queda muy bien este vestido" Tales frases nunca cruzarían tus labios. Preferirías permanecer en silencio, aunque supieras o pudieras hacer algo muy bien. Y por muy atractiva que te vieras con ese vestido, no te darías cuenta, y mucho menos lo dirías. Más bien tendrías algo que criticar de ti misma, por ejemplo, que tu ancha cintura resalta aún más con el vestido.

¿Por qué? Como suele ocurrir en psicología, tus genes determinan en parte si vas por la vida tímido, relajado y abierto o agresivo. Pero sólo una pequeña parte. El resto te lo inculca tu entorno. Los niños que fueron constantemente criticados por sus padres tienen más dificultades para construir una relación armoniosa consigo mismos. Incluso entonces, no era el crítico interior el que decía que tu dibujo no había salido bien, que el dos al dictado no era suficiente. Fue tu madre, que quería hacer de ti un pintor ambicioso, o tu padre, que esperaba de ti una nota media de 1,0. Estas malas palabras te ofenden y te moldean para el resto de tu vida. Pero sólo si no haces nada al respecto.

Aceptarte a ti mismo
Hay muchas cosas de tu aspecto que no puedes cambiar. Podrías actualizar tu estilo de vestir, recrear tu peinado, refrescar tu cutis con maquillaje, perder peso con ejercicio y una dieta equilibrada. Pero conservarás la nariz aparentemente demasiado larga, los labios estrechos, el pecho grande. A menos que te sometas al bisturí del cirujano. Pero entonces ya no serías tú. Sería una pena. ¿No te parece? ¿Prefieres parecerte a otra persona? No creas que es tan fácil. Sólo cuando tus sentimientos, tu apariencia y tu comportamiento están en armonía, puedes encontrar un equilibrio interior. Eso es exactamente por lo que debes esforzarte.

Acéptate tal como eres, con todas tus debilidades y defectos aparentes. No hay nada de lo que avergonzarse. Te habrán dicho que te avergüences muchas veces en el pasado. ¿Quizás te avergüenzas no sólo de ti mismo, sino a menudo también de los demás? Déjalo estar, no te llevará a ninguna parte. Sin embargo, tu cerebro se remite a sus experiencias y piensa que ése es el único sentimiento al que tienes derecho. Eso no es cierto. Se lo demostrarás. No ocurrirá que reboses confianza en ti misma de un día para otro. Irás evolucionando a pequeños pasos. Pero merece la pena. Cuanto más atentamente los tomes, más armoniosamente podrás tratar con tu ego.

Percibe lo positivo
Ahora mírate de nuevo en el espejo y di en voz alta con qué partes de tu cuerpo estás contenta. Empieza la frase con "Tengo un hermoso..." Esto no te resulta tan fácil, ¿verdad? Sé valiente. No hay nadie que te escuche. Memoriza estas partes de tu cuerpo y míralas atentamente la próxima vez que pases por el espejo. Míralas sólo a ellas y no a tus zonas problemáticas. Notarás que poco a poco estarás cada vez más satisfecha con tu aspecto.

Del mismo modo, afronta las críticas de los que te rodean. Si alguien te vuelve a decir que tienes un aspecto horrible, no hagas caso. Incluso es mejor rebatir con una pregunta que siempre funciona: "¿Ah, sí?" Encógete de hombros como de pasada. La punta de la flecha ya ha sido arrancada por tu contraparte, porque el efecto de su ataque aparentemente no fue a ninguna parte. Ahora no debes rumiar este desaire y reprocharte nada, pues de lo contrario tu enemigo habría conseguido su objetivo después de todo.

En lugar de eso, debes prestar atención a las palabras de aprecio de quienes te rodean, por triviales que te parezcan. Por ejemplo, si tu colega te felicita por lo bien que combina tu pañuelo con tu blusa, acepta el elogio y dale las gracias. Tal vez tu jefe te diga que está satisfecho con tu correcto trabajo. Tu novia te pregunta qué champú utilizas para que tu pelo brille tan sedoso. Todos estos son comentarios que te animarán, si te fijas en ellos. Pero tienes que querer notarlos.

Lleva un diario de éxitos
El siguiente paso puede parecer poco importante al principio. Sin embargo, no debes ignorarlo porque es importante. Incluso directivos, entrenadores y políticos muy respetados lo han interiorizado. Lo mismo se aplica a los deportistas que quieren mejorar su rendimiento. Lleva un diario. Se diferencia de un diario normal en que sólo anotas tus éxitos, como los cumplidos ya mencionados. Continúa escribiendo sobre lo que has conseguido durante el día. Puede tratarse de cosas pequeñas, por ejemplo, has guardado la pila de ropa sucia, has aspirado el piso, has cuidado del hijo de tu amigo. Por la noche, debes tener al menos cinco entradas en tu diario.

Al final de la semana, vuelves a leer esas anotaciones. ¿No tienes motivos para estar orgulloso de ti mismo? Lleva el diario del éxito durante más tiempo. Verás que te sientes mejor mentalmente. Esto se debe a que tu cerebro se está reprogramando. Esto aumenta tu confianza en ti mismo.

Acércate a los demás
Esta reprogramación significa que no sólo estás más satisfecho contigo mismo, sino también más abierto a las personas que te rodean. Deberías aprovecharte de ello. Acércate a otras personas, sonríeles. Verás que serán igual de comprensivos contigo. Porque, ¿cómo dice el refrán? Lo que va, vuelve.