¿Qué es el linfoma de células B?

El linfoma de células B es una enfermedad maligna que afecta al sistema linfático y pertenece al supergrupo de los linfomas no Hodgkin. El sistema linfático es responsable de la defensa específica contra los agentes patógenos y está formado por linfocitos, los llamados glóbulos blancos. En el linfoma de células B, los linfocitos B pueden contribuir al desarrollo de varios linfomas, que se agrupan bajo la enfermedad de linfoma de células B. Dado que el linfoma de células B se desarrolla rápidamente y dispersa las células linfomatosas por el cuerpo en una fase temprana, es uno de los linfomas agresivos que se dan con algo más de frecuencia en hombres que en mujeres.

¿Qué causa el desarrollo del linfoma de células B?

El linfoma de células B puede formarse debido a la división celular defectuosa de una única célula B, a menos que este fallo se repare inmediatamente. Aunque la mayoría de los errores en la división celular hacen que la célula hija no sobreviva, también hay errores que dan ventaja a la célula hija. Esto último contribuye al crecimiento celular incontrolado del linfocito B en el que se produjo el error en primer lugar.

¿Qué formas de linfomas de células B se distinguen?

Los linfomas de células B se distinguen generalmente entre las siguientes formas indolentes (poco malignas) y las agresivas (muy malignas):

  • linfomas indolentes de células B:
  • leucemia linfocítica crónica (LLC),
  • Linfoma MALT extranodal,
  • Linfoma folicular,
  • Leucemia de células pilosas,
  • Linfoma de células del manto,
  • Linfoma de la zona marginal,
  • Mieloma múltiple,
  • Linfoma linfoplasmocítico,
  • linfoma agresivo de células B:
  • linfomas analplásicos, inmunoblásticos o linfoblásticos,
  • Linfoma de Burkitt,
  • Linfoma difuso de células B grandes (DLBCL)

¿Cuáles son los síntomas del linfoma de células B?

Un linfoma de células B puede hacerse notar por un ganglio linfático que aumenta de tamaño o por una inflamación de los ganglios linfáticos. Los ganglios linfáticos de la zona del cuello o del tórax (el llamado mediastino) se ven afectados mucho más a menudo que los ganglios linfáticos situados debajo del diafragma. Sin embargo, tanto el aumento de tamaño de los ganglios linfáticos como su inflamación pueden estar causados por otras afecciones médicas. Dado que no suelen ser sensibles a la presión y sólo se vuelven dolorosos cuando crecen con extrema rapidez, el linfoma de células B suele diagnosticarse tarde.

Si el linfoma de células B ya se ha extendido a la médula ósea, puede producirse una inhibición de la formación normal de sangre. Esto ocurre en aproximadamente el 10% de los primeros diagnósticos. Los pacientes se quejan entonces de fatiga o apatía general debido a una disminución de los glóbulos rojos (la llamada anemia). Si también se reduce el número de plaquetas (trombocitopenia), puede aumentar el riesgo de hemorragia, mientras que la falta de glóbulos blancos (leucocitopenia) conlleva un mayor riesgo de infección. Además, puede haber pérdida de peso no deseada, episodios de fiebre que se repiten con regularidad y sudores nocturnos.

¿Cómo se diagnostica el linfoma de células B?

Tras hacer la historia clínica, el médico realizará una exploración física, que se centra principalmente en la auscultación, la palpación, pero también la punción, para detectar un posible linfoma de células B. A continuación se realiza un análisis de sangre y una tomografía computarizada (TC) del cuello, el tórax, el abdomen y la pelvis. La TC puede combinarse con la llamada tomografía por emisión de positrones (=PET). En este examen, se inyecta al paciente azúcar marcado radiactivamente. Este azúcar se acumula en los tejidos metabólicamente activos y puede captarse con una cámara.

El linfoma de células B ya puede detectarse por los resultados de un análisis de sangre, siempre que las células ya se hayan asentado y multiplicado en la médula ósea. En este caso, desplazan la formación normal de la sangre y contribuyen a alterar el cuadro sanguíneo. En un gran hemograma se puede determinar exactamente qué formas de leucocitos están reducidas. Si hay un ganglio linfático agrandado y no está en un lugar desfavorable, el médico también puede tomar una muestra de tejido de él. Un hematopatólogo cualificado, especializado en el diagnóstico de enfermedades malignas del sistema inmunitario y sanguíneo, puede pronunciarse sobre el tipo de linfoma mediante exámenes inmunológicos.

¿Cómo se trata el linfoma de células B?

Dado que el linfoma de células B es un linfoma agresivo y de crecimiento rápido, debe tratarse inmediatamente después del diagnóstico. El tratamiento debe ser realizado por especialistas experimentados en hematología y oncología. El linfoma de células B suele tratarse principalmente con inmunoquimioterapia, la llamada R-CHOP. Aquí, los anticuerpos (anticuerpos monoclonales) producidos en el laboratorio a partir de una línea celular se combinan con uno o más fármacos quimioterapéuticos (citostáticos). Los anticuerpos producidos en el laboratorio (anticuerpos anti-CD20) se describen con la R en el nombre de la terapia R-CHOP (rituximab), mientras que CHOP significa quimioterapia. Cada letra representa un fármaco:

  • C: ciclofosfamida
  • H: doxorrubicina
  • O: vincristina
  • P: prednisona

Por regla general, la terapia R-CHOP se lleva a cabo a intervalos de dos o tres semanas, con una media de seis ciclos.

¿Cuál es el pronóstico del linfoma de células B?

El tratamiento del linfoma de células B ha mejorado constantemente en los últimos años, de modo que actualmente se ha alcanzado una tasa de curación del 80%. Sin embargo, el requisito previo para ello es que el tratamiento se lleve a cabo según lo prescrito por el médico, en la dosis prevista y sin retrasos. Que un linfoma de células B vuelva a desarrollarse (recidiva) tras un tratamiento exitoso depende tanto de la edad como del estado general de salud del paciente.

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