Las nanobacterias se consideran muy controvertidas en la ciencia.

Las nanobacterias se descubrieron en cultivos celulares en 1994 y también se conocen como ultramicrobacterias.

Los científicos siguen debatiendo si son bacterias coccoides con metabolismo propio y un tamaño de 80 nm a 600 nm o partículas de carbonato cálcico sin vida de aspecto similar al de las bacterias.

Las nanobacterias, si realmente existen, serían las bacterias más pequeñas hasta la fecha y tienen estructuras que también se han encontrado en meteoritos. Esto podría convertirlas en una de las formas de vida más antiguas de la Tierra.

La localización de anticuerpos contra las partículas en ratones hiperlipidémicos con aterosclerosis indica que las nanopartículas son un subproducto y no un desencadenante del proceso inflamatorio.

324 kHz -325 kHz Nanobacterias:

Categoría de infecciosidad: 2.

Son tan grandes como un virus, pero crecen como una bacteria.

En su entorno almacenan calcio como un coral del mar.

Si se depositan en la pared interna de los vasos sanguíneos, se produce la calcificación y los vasos sanguíneos se estrechan.

En esos lugares, la sangre se coagula fácilmente, por lo que el cuerpo reacciona y la cubre con colesterol.

La nanobacteria de la capa interna de la pared vascular con endotelio, llamada endotelina (1-3), produce un vasoconstrictor biológicamente muy activo que, cuando se libera, provoca vasoconstricción local y sistémica y, por tanto, puede causar hipertensión arterial persistente.

Además, las nanobacterias también intervienen en la formación de los riñones y la vejiga, y también pueden provocar la acumulación de sarro.

La nanobacteria crece lentamente pero es resistente a los antibióticos, por lo que la terapia de frecuencia es de gran importancia.

Tras el tratamiento, el paciente necesita un seguimiento recurrente.

La infección es asintomática y sólo puede detectarse al cabo de décadas.

Son necesarios controles mensuales.

Por otra parte, la flora intestinal natural parece ofrecer cierta protección. El micoplasma y los linfocitos T humanos favorecen la multiplicación reduciendo la respuesta del organismo.

Resonancias comunes:
375-381
560-568